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"DEJAR LLORAR A LOS BEBÉS SE CONSIDERA MALTRATO"

Los bebés no deben dormir solos, ni menos llorar con los papás mirándolos de lejos, como si fuesen unos extraños…no, eso es inhumano… quienes lo recomiendan están desinformados totalmente o totalmente desconectados de las emociones propias humanas

“En un estudio recientemente publicado en Early Human Development (factor de impacto entre 2 y 2.4), Middlemiss y colaboradores (Middlemiss et al, 2012) examinaron los componentes fisiológicos y conductuales de las interacciones madre-hijo durante su participación en un programa de entrenamiento del sueño. En este contexto demostraron que tras tres días de adiestramiento se producía una desincronización significativa en los niveles de cortisol entre las madres y sus bebés. Mientras que los niveles de cortisol de los bebés no cambiaban a pesar de que dejaban de llorar, el de sus madres disminuía significativamente en cuanto sus hijos ya no lloraban”. (Berrozpe, 2014). En castellano… las madres se desintonizan de sus hijos!, donde queda la intuición, la esencia mamífera… las cercenamos! “También observaron que, a pesar de que los niveles de cortisol eran iguales en los bebés durante los tres días de adiestramiento, estos lloraban significativamente más el primer día que el tercero. Esto nos demuestra que la falta de llanto no se relaciona con una disminución real del estrés que sufre el niño, tal y como ya habían apuntado anteriormente otros autores como Margot Sunderlan en su libro “La ciencia de Ser Padres“, libro convenientemente publicado, traducido a numerosos idiomas, que no está en internet, y que además consta de unas 500 referencias bibliográficas (Sunderland, 2006)”.

“Cuando los niños/as lloran sin el consuelo de sus cuidadores sus cerebros se inundan con hormonas del estrés potencialmente neurotóxicas, como el cortisol (Blunt Bugental et al, 2003; Gunnar & Donzella, 2002) y adrenalina. Los opiáceos endógenos cerebrales, responsables de la sensación de bienestar, disminuyen con la tristeza (Zubieta et al, 2003) y los circuitos de dolor físico se activan (Eisenberger et al, 2003; Panksepp, 2003). Sabemos que los bebés de seis meses ya son capaces de producir una respuesta de estrés anticipatoria, basada en sus expectativas de como van a ser tratados por sus padres (Haley et al, 2011). Con el tiempo, cuando estas experiencias son frecuentes y duraderas, la respuesta al estrés del cerebro puede verse afectada y producirse un exceso de sensibilidad y actividad (Anishman et al, 1998), produciendo una predisposición a la depresión clínica y la ansiedad (Barbas et al, 2003; De Kloet et al, 2005; Watt & Panksepp, 2009), malos resultados en la salud física y mental y envejecimiento prematuro y mortalidad (Preston & Waal, 2002)”.

“Un sentimiento de angustia persistente y frecuente durante los periodos sensibles de la infancia temprana reduce la expresión de los génes del ácido gamma-aminobutírico (GABA), lo que produce desórdenes de ansiedad y depresión a la vez que aumenta el riesgo de consumo de alcohol como respuesta de alivio al estrés (Caldji et al, 2000; Hsu et al, 2003). La desrregulación emocional crónica sienta las bases para psicopatologías más graves ( Cole et al, 1994; Panksepp & Watt, 2011), especialmente la depresión”.

“La desrregulación emocional en la infancia está relacionada con patologías mentales posteriores, incluyendo la propensión a la violencia (Davidson et al, 2000). El estrés que produce un apego inseguro rompe el funcionamiento emocional, compromete las habilidades sociales y puede promover una inclinación emocional permanente hacia una actitud de auto-defensa ansiosa (Henry & Wang, 1998; Schore, 2009)”. (Berrozpe, 2014)

Para conocer de manera científica los efectos a corto, mediano y largo plazo de ocupar métodos conductistas en el sueño infantil.

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